miércoles, 19 de diciembre de 2012

Gracias


"Si meditas sobre el hecho
de que el Sol se halla dentro
de cada cereal, 
si meditas
hasta que el pedacito de pan
se vuelva radiante
y luego lo disfrutáis,
entonces sed conscientes
que del vasto cosmos,
el espíritu solar ha entrado
y ha cobrado
vida en vosotros"
Udo Renzenbrink

viernes, 18 de febrero de 2011

La Receptividad


Es tiempo de detener la agresiva búsqueda de respuestas. Vacíate totalmente, vuélvete receptivo a toda la existencia. Simplemente relájate, espera y disfruta.
Un profesor de filosofía fue al Maestro Zen Nan-In y le preguntó acerca de Dios, la meditación y muchas cosas por el estilo. El Maestro lo escuchó silenciosamente y luego le dijo: `Te ves cansado. Has escalado esta alta montaña, has llegado de un remoto lugar. Déjame que primero te sirva té`. El profesor esperó. Hervía con preguntas, pero mientras cantaba el samovar y el aroma del té se difundía, el Maestro dijo: `Espera, no estés tan apurado. Quizás, hasta tomando el té pueden contestarse tus preguntas`.

El profesor empezó a preguntarse si su viaje no habría sido en vano. `Este hombre parece loco, ¿cómo puede contestarse mi pregunta sobre Dios tomando té?. Pero también estaba cansado y sería bueno tomar una taza de té antes de descender de la montaña.

El Maestro trajo la pava, vertió té en la taza y el té comenzó a inundar el plato, pero él continuó vertiéndolo. Luego el plato también se llenó. Sólo una gota más y el té habría comenzado a caer al piso. El profesor dijo: `Deténgase, ¡qué está haciendo! ¿no vé que la taza está llena, que el pato está lleno?`

Y Nan-In dijo: `Esa es la precisa situación en la que te hallas. Tu mente está tan llena de preguntas que aún si respondo, no tienes lugar para alojar las respuestas. Y te digo, desde que entraste en esta casa, tus preguntas inundan todo el lugar. Esta pequeña choza está llena de tus preguntas. Regresa, vacía tu taza y luego ven. Primero haz un poco de espacio dentro de ti`.

Has venido a una persona aún más peligrosa que Nan-In, porque para mí una taza vacía no será suficiente. La taza debe romperse íntegramente. Aún vacía, si estás allí, entonces estás lleno. Sólo cuando dejes de ser, el té podrá fluir dentro de tu ser. Sólo si no eres, realmente no habrá necesidad de volcar té dentro de ti. Cuando no eres, toda la existencia comienza a volcarse, desde todas las dimensiones, desde todas las direcciones.

El Juicio

El juicio significa un estado mental rancio. Y la mente siempre quiere juicios, porque el estar en proceso resulta ser siempre peligroso e incómodo. Sé muy, muy valiente, no dejes de crecer, vive el momento, sólo quédate en el fluir de la vida.
Esta historia sucedió en los días de Lao Tsé, en China, y a Lao Tsé le gustaba mucho:

Había un anciano en una aldea. Era muy pobre, pero aún los reyes estaban celosos de él, porque poseía un hermoso caballo blanco... Los reyes le ofrecieron fabulosos precios por el caballo, pero el anciano les respondía: `Este caballo no es un caballo para mí, es una persona. ¿Y cómo podría vender a una persona, a un amigo?` El hombre era pobre, pero nunca vendió el caballo.

Una mañana encontró que el caballo no estaba en el establo. El pueblo entro se congregó y le dijeron: `¡Anciano estúpido! sabíamos que algún día te robarían el caballo. Habría sido mejor venderlo. ¡Qué mala suerte!`

El anciano habló: `No se atrevan a decir eso. Sólo digan que el caballo no está en el establo. Este es el hecho; todo el resto es un juicio. Si se trata de mala suerte o de una bendición, lo ignoro, porque esto es sólo un fragmento. ¿Quién sabe qué sucederá luego?`

La gente se rió del anciano. Siempre habían creído que estaba un poco loco. Pero después de quince días, una noche, repentinamente, retornó el caballo. No lo habían robado, se había escapado al bosque. Y no sólo eso, trajo también una docena de caballos salvajes con él.

Nuevamente los aldeanos se congregaron y le dijeron: `Anciano, estabas en lo cierto. Esto no fue mala suerte; de hecho, ha resultado una bendición`. El anciano les respondió: `Nuevamente están yendo demasiado lejos. Sólo digan que el caballo ha regresado... ¿quién sabe si es o no una bendición?, es sólo un fragmento. Ustedes leen sólo una palabra en una oración, ¿cómo pueden juzgar el libro entero?

Esta vez los aldeanos no pudieron decir demasiado pero, en el fondo, sabían que estaba equivocado. Habían venido doce hermosos caballos...

El anciano tenía un solo hijo, que comenzó a adiestrar a los caballos salvajes. Apenas una semana después, cayó de un caballo y se quebró las dos piernas. La gente de la aldea se reunió nuevamente y nuevamente emitieron su juicio. Dijeron: `Otra vez estabas en lo cierto, fue mala suerte. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas, y él era tu único sustento en tu vejez. Ahora estás más pobre que nunca`.

Les dijo el anciano: `Están obsesionados con los juicios; no vayan tan lejos. Sólo digan que mi hijo se ha roto sus piernas. Nadie sabe si esto es mala suerte o una bendición. La vida viene en fragmentos y nunca a ti se te da más`.

Sucedió que después de unas pocas semanas el país entró en guerra y todos los jóvenes varones de la aldea fueron obligados a entrar en el ejército. Unicamente se quedó el hijo del anciano, porque estaba lisiado. El pueblo entero se lamentaba y lloraba porque era una batalla perdida y sabían que la mayoría de esos jóvenes nunca regresarían. Fueron al anciano y le dijeron: `Anciano, nuevamente tenías razón, ésto ha sido una bendición. Quizás tu hijo esté lisiado, pero todavía está contigo. Nuestros hijos se han ido para siempre`.

Nuevamente les respondió el anciano: `Ustedes siguen y siguen haciendo juicios. ¡Nadie sabe! Sólo digan que sus hijos han sido obligados a ingresar en el ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Pero sólo Dios, el total, sabe si se trata de mala suerte o de una bendición`.

No juzgues, de otro modo nunca serás uno con la totalidad. Con los fragmentos te obsesionarás, con las pequeñas cosas querrás llegar a conclusiones. Una vez que juzgas, detienes el crecimiento. El juicio significa un estado mental rancio. Y la mente siempre quiere juicios, porque el estar en proceso resulta ser siempre peligroso e incómodo.

En realidad, el viaje no termina nunca. Un camino termina, otro empieza; una puerta se cierra, otra se abre. Alcanzas una cima, siempre habrá allí una cima más alta. Dios es un camino infinito. Sólo los valientes que no se preocupan por la meta y que se contentan con el viaje, con vivir el momento y crecer a partir de él, sólo ellos serán capaces de caminar con la totalidad.

La Aceptacion


Acepta la vida como es. Goza, sin ninguna razón.
En una aldea donde vivía Hakuin, el gran Maestro Zen, llegó un día una muchacha embarazada. Su padre la amenazó para que confesara el nombre de su amante y finalmente, para escapar del castigo, ella le dijo que había sido Hakuin.

El padre no dijo nada más, pero al llegar el momento en que nació la criatura, inmediatamente la llevó a Hakuin y la arrojó ante él. `Parece ser que éste es tu hijo`, le dijo, y soltó una ola de insultos y comentarios despectivos por lo sucedido.

El Maestro Zen sólo dijo: `Oh, ¿de veras?` y tomó al bebé en sus brazos. A partir de entonces, a todas partes que iba llevaba a la criatura, envuelto en la manga de su andrajosa túnica. En los días de lluvia y en las noches de tormenta salía a mendigar leche de las casas vecinas. Muchos de sus discípulos, considerándolo caído, le dieron la espalda y lo abandonaron. Y Hakuin no pronunció una sola palabra.

Entretanto la madre se dio cuenta que no podía tolerar la agonía de estar separada de su hijo. Confesó el nombre del padre verdadero y su propio padre corrió a Hakuin y se postró ante él, suplicándole una y otra vez que lo perdonara.

Hakuin solamente dijo: `Oh, ¿de veras?` y le devolvió la criatura.

Esto es la aceptación. Esto es tathata. Cualquier cosa que traiga la vida está bien, absolutamente bien. Esta es la cualidad semejante a la del espejo: nada está bien, nada está mal, todo es divino. Acepta la vida como es. Aceptándola, desaparecen los deseos, desaparecen las tensiones, desaparece el descontento. Aceptándola tal como es, uno comienza a sentir mucho gozo y por ningún motivo en especial.

Cuando la alegría tiene un motivo, no durará mucho. Cuando la alegría no tiene motivo alguno, durará para siempre.

La Confianza


Cuando tienes una profunda confianza, esa calidad de confianza transforma tu vida, sean cuales fueren las circunstancias.
Cuando Milarepa se dirigió a su Maestro en el Tibet, era tan humilde, tan puro, tan auténtico, que los demás discípulos se pusieron celosos de él. Era seguro que él sería el sucesor, entonces intentaron matarlo.

Milarepa era muy, muy confiado. Cierto día los demás discípulos le dijeron: `Si tú realmente crees en el Maestro, ¿puedes saltar desde ese acantilado? Si tienes confianza, entonces no hay más que decir, nada malo sucederá`. Y Milarepa saltó sin vacilar un momento.

Los discípulos corrieron abajo... el acantilado tenía casi tres mil pies de profundidad. Fueron abajo para encontrar los huesos desparramados, pero él se hallaba sentado en la posición de loto, inmensamente feliz. Abrió sus ojos y dijo: `Tienen razón, la confianza salva`.

Creyeron que se trataba de alguna coincidencia, de modo que cuando un día se incendió una casa, le dijeron: Si amas al Maestro y tienes confianza en él, puedes ir dentro del fuego`. El se apresuró para salvar a la mujer y al niño que habían quedado dentro. El incendio era demasiado grande y ellos esperaban que muriera, pero no se quemó en absoluto. Y se volvió más radiante debido a la confianza.

Un día en que se hallaban de viaje, debían atravesar un río y le dijeron: `No necesitas ir en el bote. Tienes tanta confianza que puedes caminar sobre el agua`. Y caminó.

Esta fue la primera vez que el Maestro lo vio. El Maestro dijo: `¿Qué haces? Es imposible`. Y Milarepa dijo: `Lo hago por tu poder, Maestro`. Entonces el Maestro pensó: `Si mi nombre y mi poder pueden hacer esto para un hombre ignorante y estúpido... probaré hacerlo yo mismo. Entonces probó y se ahogó. Nunca más se supo nada de él después de esto.

Si tú tienes plena confianza aún cuando tu Maestro no esté iluminado, puedes revolucionar tu vida. Y lo contrario es también cierto: aún un Maestro iluminado puede no ser ninguna ayuda. Depende enteramente de ti.

La Autoaceptacion


No puedes ser otro más que el que eres. Por lo tanto descansa. La existencia te necesita como eres.
He oído: Un rey fue a su jardín y halló árboles, arbustos y flores marchitos y muriendo.

El roble le dijo que se moría porque no podía ser alto como el pino. Volvió al pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la vid. Y la vid se moría porque no podía florecer como la rosa.

Entonces encontró una planta, la trinitaria, floreciendo y más fresca que nunca. Al preguntarle, recibió esta réplica: `Dí por sentado que cuando me plantaste querías una trinitaria. Si hubieras querido un roble, una vid o una rosa, los hubieras plantado. Entonces pensé: ya que no puedo ser nada más que lo que soy, intentaré serlo de la mejor manera que pueda`.

¡Estás aquí porque esta existencia te necesita como eres! De otro modo otra persona estaría aquí. Estás cumpliendo algo, algo muy esencial, algo muy fundamental, tal como eres.

¿Por qué deberías convertirte en un Buda? Si Dios hubiera querido otro Buda, habría producido tantos como hubiera necesitado. Produjo uno solo y eso bastó. Desde entonces no ha producido otro Buda u otro Cristo. En cambio te ha creado a ti. Sólo piensa sobre el respeto que el universo te ha conferido. Tú has sido elegido, ni Buda, ni Cristo, ni Krishna.

El trabajo de ellos está hecho, han contribuido con su fragancia a la existencia. Ahora tú estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. Sólo puedes ser tú mismo... no hay posibilidad de que seas ninguna otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer o puedes marchitarte si lo condenas.

Tómalo con Calma
Vol. 2, pp 101-103

jueves, 17 de febrero de 2011

El Agradecimiento


Muy pocas mujeres han alcanzado lo esencial del Zen. Rengetsu es una de esas raras mujeres.

Ella estaba en un peregrinaje y llegó a un pueblo al atardecer. Pidió alojamiento por la noche, pero los pobladores le cerraron sus puertas en la cara. Debe haber habido budistas tradicionales en este pueblo y ellos no permitieron que esta mujer Zen se quedara allí. La arrojaron fuera del pueblo.

Era una noche fría y la anciana estaba sin alojamiento y con hambre. Tuvo que hacer que un cerezo de los campos le sirviera de abrigo. Hacía realmente mucho frío no podía dormir bien. Y también era peligroso por los animales salvajes y otras cosas.

A medianoche despertó con mucho frío y vio en el cielo nocturno de primavera los capullos totalmente abiertos del cerezo, riéndose de la brumosa luna. Fascinada por esta belleza, se levantó e hizo una reverencia en dirección al pueblo. `Por su bondad al no darme alojamiento, me hallé debajo de estos capullos en la noche de esta luna brumosa`.

Con inmensa gratitud agradeció a aquellas personas que le negaron alojamiento. De otro modo ella hubiera estado durmiendo debajo de un techo común y corriente y se hubiera perdido esa bendición esos capullos del cerezo y esos murmullos con la luna brumosa y ese silencio de la noche, ese absoluto silencio de la noche.

No estaba enojada, lo aceptaba. No sólo lo aceptaba, sino que le daba la bienvenida. Se sentía agradecida.

La vida es inmensa, y en cada momento llega con mil y un regalos para ti. Pero te hallas tan comprometido, preocupado, con tu mente anhelante, estás tan lleno de tus pensamientos, que rechazas todos estos presentes. Dios llega, tú sigues rechazando.

Un hombre se convierte en un Buda en el momento en que acepta todo lo que le trae la vida con gratitud.

Zen: El Camino de la Paradoja
Vol. 3, pp. 179-180